sábado, 21 de diciembre de 2013

Parábola del Fariseo y el Publicano

Parábola del Fariseo y el Publicano
por Alfonso Vidal
 
A algunos que, confiando en sí mismos, se creían justos y que despreciaban a los demás, Jesús les contó esta parábola: que por definición es una breve narración simple en este caso, dicha por Jesús de Nazaret para revelar una    verdad espiritual Cristiana de forma comparativa:
El Señor siempre enseño con sabiduría…yo quiero que entre todos vayamos descubriendo que quiso decirnos El a través de esta parábola
10 «Dos hombres subieron al *templo a orar; uno era *fariseo, y el otro, *recaudador de impuestos. 1
1.-Algo que debemos presente es que ambos hombres, eran pecadores delante de Dios...pero había uno (como muchos) que se consideraban justos y defendían sus acciones. 
2.-La oración del Fariseo no era…sino un fiel reflejo de una aparente espiritualidad…para el, la diferencia estaba en lo moral, en los sacrificios, en cumplir la ley...por tanto no podía reconocer su pecado y menos la gracia de Dios.
3.-Otro tema que llama la atención es que él sabía que quien estaba al lado era un recaudador de impuestos. pero el no pudo dar lo que no tenía y por lo tanto…oró solo.
4.- Que cosas entendió uno y que cosas entiende el otro??
El fariseo se puso a orar consigo mismo: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como otros hombres —ladrones, malhechores, adúlteros— ni mucho menos como ese recaudador de impuestos.
**Esta es la actitud del fariseo..."no soy como los demás" ´ética mente impoluto, hay de aquellos....Jesús los llamó "Generación de Víboras" y estaban en lo correcto en lo que enseñaban...pero ese no era su problema (el problema de un fariseo es la hipocresía)  Esto es : se mostraban de una manera pero pensaban de otra y ataban cargas a los mas pequeñitos sin ninguna compasión"
12 Ayuno dos veces a la semana y doy la décima parte de todo lo que recibo.”
** Ayunaba dos veces por semana y diezmaba sagrada mente
13 En cambio, el recaudador de impuestos, que se había quedado a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!”
14 »Les digo que éste, y no aquél, volvió a su casa *justificado ante Dios. Pues todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Con cuál de ellos te identificas….con el fariseo? Con el publicano?…recuerda que  todo lo que haces o lo que  dejas de hacer es para Dios.
****Solo para recordar
1. Los actores (cuales son los actores principales)?
Representan las dos clases de personas más contrarias y opuestas del judaísmo del tiempo de Cristo.
 El fariseo. Los fariseos constituían el grupo religioso más observador de las prescripciones de la ley. Aparecían como justos y daban impresión de una religiosidad seria. Pero tenían, entre otros fallos, el de la autosuficiencia en orden a la salvación. Creían que con sus obras merecían la justificación. Ésta venía a ser como salario debido en justicia a las mismas. “Se puso a orar consigo mismo”
·    El publicano. Los publicanos eran recaudadores de impuestos, al servicio del odiado poder extranjero. Eran gentes ávidas de dinero. Aunque existía una tarifa estatal, ellos se las arreglaban para gravar a los contribuyentes con tarifas superiores. Era esto tan corriente que todo publicano era considerado sin más como un pecador. Eran tenidos por ladrones y traidores al pueblo Judío.
       2. El tipo de Oración : La oración del fariseo
- El fariseo hace una oración que en sí considerada, nada tiene de reprochable. Se ha querido ver a veces una manifestación de soberbia en el hecho de que ore de pie, sin fundamento alguno: los judíos oraban de pie, y también el publicano ora de esa forma.( El que algunos oren de rodillas o como sea no los hace mejores)  Su oración es una oración de acción de gracias, no una interesada oración de petición, por los beneficios que él ha recibido: un singular conocimiento de la ley que le permite cumplirla hasta en sus mínimos detalles. Lo único reprochable sería la complacencia en sí mismo con que la hace y un cierto aire de desprecio hacia los no tan favorecidos como él. Añade, a la exclusión de pecado, méritos especiales derivados del ayuno y de los diezmos. El ayuno era obligatorio solamente una vez al año, el día de la expiación (Levítico 16,22). Él, como los fariseos más celosos, ayunaba dos veces por semana. Y el ayuno suponía sacrificio: no se podía comer ni beber durante el día. El se consideraba hombre justo que no necesitaba de purificación, pero era miembro de un pueblo pecador y lo ofrecía para expiar los pecados del mismo y evitar la ira de Dios sobre él. Pagaba, además, el diezmo de todos sus ingresos. Esta prescrito el pago del diezmo del trigo, del aceite y del vino a los productores de estos frutos. Pero los fariseos, por si éstos no lo habían pagado, ofrecían el diezmo de su compra para tener seguridad de no haber infringido la ley ni siquiera inconscientemente. Pagaban, además, el diezmo de las legumbres y hortalizas. Cristo los acusará de preocuparse de pagar el diezmo hasta de la menta, el aneto y el comino -plantas insignificantes- y descuidar lo que es más importante en la Ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto es lo que hay que practicar, les dice, sin descuidar aquello (Mateo 23,23).
- El publicano entra en el Templo, pero se queda casi a la puerta. No se atreve a levantar los ojos al cielo, ni alza los brazos en actitud de oración, como hacían los judíos. El no tiene, como el fariseo, méritos en los que poder confiar. Ni, como éste, puede establecer comparación con otros más pecadores.
- Su situación, respecto a la justificación por las obras que profesan los judíos, era realmente desesperada, personalmente y en relación a su familia. Para poder acceder a la justificación, tendría que renunciar a su profesión pecadora y devolver cuanto había robado más una quinta parte de ello. A él no le queda más que una solución: abandonarse a Dios y esperar de él su misericordia. Esa es su actitud. Y su oración recuerda el Sal 50,13: «No me rechaces lejos de tu rostro», es decir: ten compasión de mí que soy pecador. El v. 19 dirá después: «Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito, un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias».
4. Declaración de Cristo
«les digo que éste (el publicano) bajó a su casa justificado y aquél (el fariseo) no» (v. 14a). El juicio de Jesús está en abierta oposición con lo que pensaba el fariseo.
- El fariseo no salió justificado. ¿Qué había de malo en su actitud? Algo muy grave. Su autosuficiencia ante Dios. Creía que le bastaban sus obras para obtener la salvación, que Dios era deudor de ellas, que la justificación le era debida en estricta justicia (doctrina de la justificación por las obras de la Ley que impugnará vigorosamente el apóstol San Pablo, sobre todo en Romanos  y Gálatas). No tiene conciencia de que él, como todo hombre, es pecador y que no puede obtener por sí mismo el don sobrenatural de la gracia. Lo que critica Cristo no es al fariseo como persona, sino que desenmascara una doctrina que no reconoce la gratuidad plena y absoluta de la salvación.
- El publicano, por el contrario, salió justificado. No había puesto su confianza en las obras, como el fariseo, sino que se abandona en las manos de Dios e implora su misericordia, reconociéndose pecador. Procede conforme a la doctrina de Cristo de la justificación por la fe, independientemente de las obras de la Ley. Sólo Dios puede salvarnos. El es la causa agente de nuestra justificación, la gracia santificante su causa formal y la pasión de Cristo la causa meritoria. Nuestra colaboración es la fe, mera condición, ante la cual Dios, y solamente El, justifica. (Santifica y redime)
- Conviene advertir que «la «justificación» no debe considerarse aquí en el sentido técnico que el apóstol San Pablo da a este término. El publicano experimentó el agrado y la benevolencia divina; Dios se complació en él; utilizó el medio adecuado para entrar en el ámbito de la justicia divina, que es su gracia, reconociéndose pecador y acogiéndose a su misericordia. El fariseo pensaba erróneamente haber adquirido todo esto por su propio esfuerzo, sin necesidad de que Dios viniese en su auxilio para introducirle en el mundo de la vida inextinguible» 
5. La conclusión de v. 14b
«Porque todo el que se ensalza será humillado y todo el que se humilla será ensalzado». Con el v. 9 y 14b, principio y fin del relato, adiciones del evangelista a la parábola original de Cristo, Lucas ha llevado a cabo una derivación de la misma al campo moral: recomendación de la humildad y condena de la soberbia. En realidad, los fariseos eran orgullosos, consecuencia apenas inevitable de quien confía en sus obras y se siente superior a los demás. Los publicanos, en cambio, eran humillados y despreciados y las personas que se juzgaban decentes evitaban el trato con ellos. Por lo demás, la recomendación de la humildad y la condena de la soberbia aparecen con frecuencia en labios de Cristo como se puede ver en algunos versos como (Mateo 11,29; 23,12; Lucas 14,11)
Pero el problema mayor es que los fariseos siguen existiendo...y existirán...por tanto debemos aprender como mínimo dos cosas :
1.-Estar atentos ...ya que cualquiera de nosotros puede caer (quien piensa esta firme, que mire que no caiga)
2.- Tener amor y compasión por ellos, toda vez que algunos  al verse sin esperanza se volvieron a Jesús...como Nicodemo.