por Alfonso Vidal
A algunos que, confiando en sí mismos, se creían
justos y que despreciaban a los demás, Jesús les
contó esta parábola: que por definición es una breve narración simple en este caso,
dicha por Jesús de Nazaret para revelar una verdad espiritual Cristiana de forma
comparativa:
El Señor
siempre enseño con sabiduría…yo quiero que entre todos vayamos descubriendo que
quiso decirnos El a través de esta parábola
10 «Dos hombres subieron al *templo a orar; uno era *fariseo, y el otro,
*recaudador de impuestos. 1
1.-Algo que debemos presente es que ambos hombres, eran pecadores delante de Dios...pero había uno (como muchos) que se consideraban justos y defendían sus acciones.
2.-La oración del Fariseo no era…sino un fiel reflejo de una aparente
espiritualidad…para el, la diferencia estaba en lo moral, en los sacrificios, en cumplir la ley...por tanto no podía reconocer su pecado y menos la gracia de Dios.
3.-Otro tema que llama la atención es que él sabía que quien estaba al lado era un recaudador de impuestos. pero el no pudo dar lo que no tenía y por lo tanto…oró solo.
4.- Que cosas entendió uno y que cosas entiende el otro??
1 El fariseo se puso a orar consigo mismo: “Oh Dios, te doy gracias porque
no soy como otros hombres —ladrones, malhechores, adúlteros— ni mucho menos
como ese recaudador de impuestos.
**Esta es la actitud del fariseo..."no soy como los demás" ´ética mente impoluto, hay de aquellos....Jesús los llamó "Generación de Víboras" y estaban en lo correcto en lo que enseñaban...pero ese no era su problema (el problema de un fariseo es la hipocresía) Esto es : se mostraban de una manera pero pensaban de otra y ataban cargas a los mas pequeñitos sin ninguna compasión"
12 Ayuno dos veces a la semana y doy la décima parte de todo lo que
recibo.”
** Ayunaba
dos veces por semana y diezmaba sagrada mente
13 En cambio, el recaudador de impuestos, que se había quedado a cierta
distancia, ni siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo, sino que se
golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!”
14 »Les digo que éste, y no aquél, volvió a su casa *justificado ante Dios.
Pues todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla
será enaltecido.»
Con cuál de
ellos te identificas….con el fariseo? Con el publicano?…recuerda que todo lo que haces o lo que dejas de hacer es para Dios.
****Solo para recordar
1. Los actores (cuales son los
actores principales)?
Representan las dos clases de personas más contrarias y opuestas del
judaísmo del tiempo de Cristo.
El fariseo. Los fariseos constituían el grupo
religioso más observador de las prescripciones de la ley. Aparecían como justos
y daban impresión de una religiosidad seria. Pero tenían, entre otros fallos,
el de la autosuficiencia en orden a la salvación. Creían que con sus obras
merecían la justificación. Ésta venía a ser como salario debido en justicia a
las mismas. “Se puso a orar consigo mismo”
· El publicano. Los publicanos eran recaudadores de
impuestos, al servicio del odiado poder extranjero. Eran gentes ávidas de
dinero. Aunque existía una tarifa estatal, ellos se las arreglaban para gravar
a los contribuyentes con tarifas superiores. Era esto tan corriente que todo
publicano era considerado sin más como un pecador. Eran tenidos por ladrones y traidores al pueblo Judío.
2. El tipo de Oración : La oración del fariseo
- El fariseo hace una oración que en sí considerada, nada tiene de reprochable. Se ha querido ver a veces una manifestación de
soberbia en el hecho de que ore de pie, sin fundamento alguno: los judíos
oraban de pie, y también el publicano ora de esa forma.( El que algunos oren de rodillas o como sea no los hace mejores) Su oración es una
oración de acción de gracias, no una interesada oración de petición, por los
beneficios que él ha recibido: un singular conocimiento de la ley que le
permite cumplirla hasta en sus mínimos detalles. Lo único reprochable sería la
complacencia en sí mismo con que la hace y un cierto aire de desprecio hacia
los no tan favorecidos como él. Añade, a la exclusión de pecado, méritos especiales
derivados del ayuno y de los diezmos. El ayuno era obligatorio solamente una
vez al año, el día de la expiación (Levítico 16,22). Él, como los fariseos más
celosos, ayunaba dos veces por semana. Y el ayuno suponía sacrificio: no se
podía comer ni beber durante el día. El se consideraba hombre justo que no
necesitaba de purificación, pero era miembro de un pueblo pecador y lo ofrecía
para expiar los pecados del mismo y evitar la ira de Dios sobre él. Pagaba,
además, el diezmo de todos sus ingresos. Esta prescrito el pago del diezmo del
trigo, del aceite y del vino a los productores de estos frutos. Pero los
fariseos, por si éstos no lo habían pagado, ofrecían el diezmo de su compra
para tener seguridad de no haber infringido la ley ni siquiera inconscientemente.
Pagaban, además, el diezmo de las legumbres y hortalizas. Cristo los acusará de
preocuparse de pagar el diezmo hasta de la menta, el aneto y el comino -plantas
insignificantes- y descuidar lo que es más importante en la Ley: la justicia,
la misericordia y la fe. Esto es lo que hay que practicar, les dice, sin
descuidar aquello (Mateo 23,23).
- El publicano entra en el Templo, pero se queda casi a la puerta. No se
atreve a levantar los ojos al cielo, ni alza los brazos en actitud de oración,
como hacían los judíos. El no tiene, como el fariseo, méritos en los que poder
confiar. Ni, como éste, puede establecer comparación con otros más pecadores.
- Su situación, respecto a la justificación por las obras que profesan
los judíos, era realmente desesperada, personalmente y en relación a su
familia. Para poder acceder a la justificación, tendría que renunciar a su
profesión pecadora y devolver cuanto había robado más una quinta parte de ello.
A él no le queda más que una solución: abandonarse a Dios y esperar de él su
misericordia. Esa es su actitud. Y su oración recuerda el Sal 50,13: «No me
rechaces lejos de tu rostro», es decir: ten compasión de mí que soy pecador. El
v. 19 dirá después: «Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito, un
corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias».
4. Declaración de Cristo
«les digo que éste (el publicano) bajó a su casa justificado y aquél (el
fariseo) no» (v. 14a). El juicio de Jesús está en abierta oposición con lo que
pensaba el fariseo.
- El fariseo no salió justificado. ¿Qué había de malo en su
actitud? Algo muy grave. Su autosuficiencia ante Dios. Creía que le bastaban
sus obras para obtener la salvación, que Dios era deudor de ellas, que la
justificación le era debida en estricta justicia (doctrina de la justificación
por las obras de la Ley que impugnará vigorosamente el apóstol San Pablo, sobre
todo en Romanos y Gálatas). No tiene conciencia de que él, como todo hombre, es pecador
y que no puede obtener por sí mismo el don sobrenatural de la gracia. Lo que critica
Cristo no es al fariseo como persona, sino que desenmascara una doctrina que no
reconoce la gratuidad plena y absoluta de la salvación.
- El publicano, por el contrario, salió
justificado. No había puesto su confianza en las obras, como el fariseo, sino
que se abandona en las manos de Dios e implora su misericordia, reconociéndose
pecador. Procede conforme a la doctrina de Cristo de la justificación por la
fe, independientemente de las obras de la Ley. Sólo Dios puede salvarnos. El
es la causa agente de nuestra justificación, la gracia santificante su causa
formal y la pasión de Cristo la causa meritoria. Nuestra colaboración es la fe,
mera condición, ante la cual Dios, y solamente El, justifica. (Santifica y redime)
- Conviene advertir que «la «justificación» no debe considerarse aquí en
el sentido técnico que el apóstol San Pablo da a este término. El publicano
experimentó el agrado y la benevolencia divina; Dios se complació en él;
utilizó el medio adecuado para entrar en el ámbito de la justicia divina, que
es su gracia, reconociéndose pecador y acogiéndose a su misericordia. El
fariseo pensaba erróneamente haber adquirido todo esto por su propio esfuerzo,
sin necesidad de que Dios viniese en su auxilio para introducirle en el mundo
de la vida inextinguible»
5. La conclusión de v. 14b
«Porque todo el que se ensalza será humillado y todo el que se humilla
será ensalzado». Con el v. 9 y 14b, principio y fin del relato, adiciones del
evangelista a la parábola original de Cristo, Lucas ha llevado a cabo una
derivación de la misma al campo moral: recomendación de la humildad y condena
de la soberbia. En realidad, los fariseos eran orgullosos, consecuencia apenas
inevitable de quien confía en sus obras y se siente superior a los demás. Los
publicanos, en cambio, eran humillados y despreciados y las personas que se
juzgaban decentes evitaban el trato con ellos. Por lo demás, la recomendación
de la humildad y la condena de la soberbia aparecen con frecuencia en labios de
Cristo como se puede ver en algunos versos como (Mateo 11,29; 23,12; Lucas 14,11)
Pero el problema mayor es que los fariseos siguen existiendo...y existirán...por tanto debemos aprender como mínimo dos cosas :
1.-Estar atentos ...ya que cualquiera de nosotros puede caer (quien piensa esta firme, que mire que no caiga)
2.- Tener amor y compasión por ellos, toda vez que algunos al verse sin esperanza se volvieron a Jesús...como Nicodemo.
1.-Estar atentos ...ya que cualquiera de nosotros puede caer (quien piensa esta firme, que mire que no caiga)
2.- Tener amor y compasión por ellos, toda vez que algunos al verse sin esperanza se volvieron a Jesús...como Nicodemo.