Un mandamiento
especial Mateo 10:16
“Los envío como ovejas en medio de lobos.
Por tanto, sean astutos como serpientes
y sencillos como palomas”
Esta no fue una sugerencia del señor Jesús,
es un mandamiento….si quieres tener éxito en la vida Cristiana…debes aprender
cada día de la Palabra de Dios. Si erramos en nuestra vida diaria es porque
desconocimiento e ignorancia en "su" Palabra Mateo 22:29 lo señala claramente.-
Hoy vivimos
un periodo muy peligroso desde el punto de vista espiritual…Muchos se han “vuelto
a las fábulas” Satanás es muy astuto pero a la vez torpe, por lo mismo el Apóstol
Pablo les señala a los Corintios que no ignoramos sus maquinaciones o
“artimañas” (Traducción NVI)
“Para que Satanás no se aproveche de nosotros,
pues no ignoramos sus artimañas”
Quizás
cuantos hermanos, ya están poniendo en
duda su cristianismo y sus convicciones, producto de ver algunas de teleseries
turcas que están en nuestros canales abiertos…Donde “Ala” y su “profeta”
Mohamed o Mahoma, suenan cada día más y más….Bien… esa es, y ha sido siempre la estrategia usada por
Satán …que consiste en colocar las cosas no-naturales y contrarias a Dios, como
si fuesen normales, naturales y hasta buenas o benignas…Este pequeño estudio desenmascara
en parte al Islam…y sus seguidores ,los cuales profesan ser buenos…pero están dispuestos
a asesinar a todo aquel que no se convierta a su odiosa doctrina.
Quien fue Mahoma?Mahoma, también llamado Muhammad, Mohammed o Mahomet, fue un “profeta” árabe que vivió entre los años 575 y 632. Fue el fundador de la religión musulmana y el último de una cadena de profetas que fueron enviados por Dios para actualizar su mensaje.
Nacido en una familia pobre de una tribu noble de Quraish, Mahoma, quedó huérfano a los seis años y fue adoptado por un tío paterno llamado Abú Talib. Éste era comerciante y Mahoma lo acompañaba en sus viajes de negocio. El “profeta” trabajó como mercader en la ruta entre Damasco y La Meca al servicio de Jadiya. Ella era una viuda rica, veinte años mayor que Mahoma. Sin embargo, a pesar de la diferencia de edad, en el año 595 se casaron. Su matrimonio le ayudó a tener un puesto más alto en la escala social, ya que era analfabeto, y empezó a ser un comerciante respetado.
A los cuarenta años, se retiró al desierto donde pasaba días enteros en una cueva del monte Hira. Allí recibió la primera visita del supuesto “ángel Gabriel”, el que le traía un mensaje de Alá donde le ordenaba memorizar y recitar los versos enviados por Dios. Estos, posteriormente, quedaron plasmados en el Corán. Además, el arcángel le dijo que él era el último de una serie de profetas y que debía dedicarse a divulgar la palabra de Dios?
Jadiya lo impulsó para que predicara en su ciudad natal, La Meca. Allí se presentaba como el continuador del mensaje que alguna vez habían dado a conocer Abraham, Moisés y el mismo Señor Jesus. Los seguidores del profeta solían venir de los lugares más pobres de los centros urbanos, y poco a poco, fue ganándose la enemistad de los más ricos. Cuando la masa que lo seguía se volvió más grande, las autoridades comenzaron a considerarlo una amenaza y se iniciaron persecuciones en su contra. Cuando la situación era insostenible, huyó a Medina. A su huida se le llama Hégira y se le considera la fecha fundacional de la era islámica.
En Medina, intentó acercarse a la comunidad judía, pero fue rechazado por la manera diferente en que interpretaba las Escrituras. Desde ahí data el cambio de orientación de la oración musulmana: si antes se hacía hacia Jerusalén, se cambió en el sentido de La Meca. Durante el mismo período fue que surgió el concepto de Guerra Santa. Con el fin de convertir a los fieles a la religión musulmana, vieron en el uso de la fuerza y la guerra un medio legítimo para captar a más seguidores. A la muerte de Mahoma, el ejército musulmán había unificado a la Península Arábica y la había convertido a la religión islámica.
Como Mahoma no sabía escribir, confiaba las palabras del Corán a los hafiz o memoriones. Ellos eran obligados a repetir incansablemente la verdad revelada que se plasmaría en el libro sagrado musulmán. Fueron los discípulos del poeta quienes la transcribieron al papel.
Hasta la fecha, los musulmanes profesan amor y veneración por Mahoma, aunque no adoración religiosa. Para hablar de él, su nombre siempre tiene que estar precedido por la palabra profeta, y seguido por la frase "bendígale Dios y le dé su paz" o por "la paz y la oración estén con él".
La historia del Islam
Como ya hemos visto, la religión del Islam comenzó a principios del siglo VII con un hombre llamado Mohamed. Él aseguró haber sido visitado por el “ángel Gabriel” Ex profeso la palabra “Ángel” ya que Bíblicamente no se encuentra en ninguna categoría. Durante estas visitas “angélicas” las cuales continuaron por cerca de 23 años hasta la muerte de Mahoma, el ángel supuestamente le reveló a Mohamed las palabras de Dios (llamado “Alá” en árabe y por los musulmanes). Estas revelaciones dictadas comprenden el Corán, el libro sagrado del Islam.
Las creencias musulmanas
Los musulmanes, seguidores del Islam, creen que el Corán es la preexistente y perfecta palabra de Alá. Es más, muchos musulmanes rechazan cualquier versión en inglés o en cualquier otro lenguaje del Corán. Estas son traducciones del significado del Corán, el cual solo existe en árabe.
Aunque el Corán es el principal libro sagrado, la sunna es considerada la segunda fuente de instrucción religiosa. La sunna fue escrita por los compañeros de Mahoma acerca de lo que él dijo, hizo o aprobó.
Las creencias fundamentales del Islam son, que Alá es el único Dios y que Mohamed fue el profeta de Alá. Por la simple declaración de estas creencias, una persona puede convertirse al Islam. La palabra musulmán significa “uno que se somete a Alá.” El Islam pretende ser la única religión verdadera, de la cual se han derivado a sí mismas todas las otras religiones, o han sido creadas como una parodia del Islam (incluyendo el Judaísmo y el Cristianismo)
Los musulmanes basan sus vidas sobre Cinco Pilares:
1. El testimonio de fe: "No hay un dios verdadero sino solo su dios es decir (Alá), y Mahoma es el Mensajero (Profeta) de Dios.”
2. La oración: debe realizarse cinco veces al día.
3. La limosna: se debe dar al necesitado, puesto que todo viene de Alá.
4. El ayuno: además de festividades ocasionales, todos los musulmanes deben ayunar durante la celebración del Ramadán (el noveno mes del calendario islámico)
5. La Hajj: la peregrinación a la Mezquita de la Meca, debe ser realizada al menos una vez (en el doceavo mes del calendario islámico).
Estos cinco principios, que son la estructura de obediencia para los musulmanes, son tomados muy seria y literalmente. La entrada de un musulmán al paraíso, se basa en la obediencia de estos Cinco Pilares.
El Islam y el Cristianismo
En relación con el Cristianismo, el Islam no tiene similitudes, pero si tiene diferencias significativas. Aunque como el cristianismo, el Islam es monoteísta, podemos concluir que eso no tiene importancia alguna... ya que rechazan el concepto de la Trinidad. El Islam acepta ciertas porciones de la Biblia, tales como una parte de la Ley, una parte de los Evangelios, pero rechaza la mayor parte de ella, calificándola como difamadora y no inspirada.
El Islam asegura que Jesús fue solo un profeta – no el Hijo de Dios (los musulmanes creen que solo Alá es Dios, y ¿cómo podría Él tener un Hijo?). En vez de ello, el Islam afirma que Jesús, aunque nacido de una virgen, fue creado igual que Adán – del polvo de la tierra. Los musulmanes creen que Jesús no murió en la cruz. Aunque negado por el Islam, la Trinidad y la redención de Cristo en la cruz son los fundamentos del Cristianismo.
El Islam enseña que el Corán es la autoridad última y la final revelación de Alá. Sin embargo, la Biblia fue completada en el primer siglo con el Libro de Apocalipsis. El Señor advierte contra cualquiera que le añada a Su Palabra terminada (Apocalipsis 22:18). El Corán como una supuesta adición a la Palabra de Dios, claramente desobedece el mandamiento de Dios.
Finalmente, el Islam enseña que el paraíso se obtiene a través de buenas obras y la obediencia al Corán. La Biblia, en contraste, revela que el hombre no puede lograr la medida para llegar a un Dios Santo. Solo por Su misericordia y amor, los pecadores pueden ser salvados a través de la fe en Cristo (Efesios 2:8-9).
La Verdad
Por lo tanto, el Islam y el Cristianismo no pueden ser ambos la verdad. Uno es la Palabra de Dios y el otro no lo es. La verdad tiene consecuencias eternas.
“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” (1 Juan 4:1-4).
El Corán
Como ya hemos visto, la religión del Islam comenzó a principios del siglo VII con un hombre llamado Mohamed. Él aseguró haber sido visitado por el “ángel Gabriel” Ex profeso la palabra “Ángel” ya que Bíblicamente no se encuentra en ninguna categoría. Durante estas visitas “angélicas” las cuales continuaron por cerca de 23 años hasta la muerte de Mahoma, el ángel supuestamente le reveló a Mohamed las palabras de Dios (llamado “Alá” en árabe y por los musulmanes). Estas revelaciones dictadas comprenden el Corán, el libro sagrado del Islam.
Las creencias musulmanas
Los musulmanes, seguidores del Islam, creen que el Corán es la preexistente y perfecta palabra de Alá. Es más, muchos musulmanes rechazan cualquier versión en inglés o en cualquier otro lenguaje del Corán. Estas son traducciones del significado del Corán, el cual solo existe en árabe.
Aunque el Corán es el principal libro sagrado, la sunna es considerada la segunda fuente de instrucción religiosa. La sunna fue escrita por los compañeros de Mahoma acerca de lo que él dijo, hizo o aprobó.
Las creencias fundamentales del Islam son, que Alá es el único Dios y que Mohamed fue el profeta de Alá. Por la simple declaración de estas creencias, una persona puede convertirse al Islam. La palabra musulmán significa “uno que se somete a Alá.” El Islam pretende ser la única religión verdadera, de la cual se han derivado a sí mismas todas las otras religiones, o han sido creadas como una parodia del Islam (incluyendo el Judaísmo y el Cristianismo)
Los musulmanes basan sus vidas sobre Cinco Pilares:
1. El testimonio de fe: "No hay un dios verdadero sino solo su dios es decir (Alá), y Mahoma es el Mensajero (Profeta) de Dios.”
2. La oración: debe realizarse cinco veces al día.
3. La limosna: se debe dar al necesitado, puesto que todo viene de Alá.
4. El ayuno: además de festividades ocasionales, todos los musulmanes deben ayunar durante la celebración del Ramadán (el noveno mes del calendario islámico)
5. La Hajj: la peregrinación a la Mezquita de la Meca, debe ser realizada al menos una vez (en el doceavo mes del calendario islámico).
Estos cinco principios, que son la estructura de obediencia para los musulmanes, son tomados muy seria y literalmente. La entrada de un musulmán al paraíso, se basa en la obediencia de estos Cinco Pilares.
El Islam y el Cristianismo
En relación con el Cristianismo, el Islam no tiene similitudes, pero si tiene diferencias significativas. Aunque como el cristianismo, el Islam es monoteísta, podemos concluir que eso no tiene importancia alguna... ya que rechazan el concepto de la Trinidad. El Islam acepta ciertas porciones de la Biblia, tales como una parte de la Ley, una parte de los Evangelios, pero rechaza la mayor parte de ella, calificándola como difamadora y no inspirada.
El Islam asegura que Jesús fue solo un profeta – no el Hijo de Dios (los musulmanes creen que solo Alá es Dios, y ¿cómo podría Él tener un Hijo?). En vez de ello, el Islam afirma que Jesús, aunque nacido de una virgen, fue creado igual que Adán – del polvo de la tierra. Los musulmanes creen que Jesús no murió en la cruz. Aunque negado por el Islam, la Trinidad y la redención de Cristo en la cruz son los fundamentos del Cristianismo.
El Islam enseña que el Corán es la autoridad última y la final revelación de Alá. Sin embargo, la Biblia fue completada en el primer siglo con el Libro de Apocalipsis. El Señor advierte contra cualquiera que le añada a Su Palabra terminada (Apocalipsis 22:18). El Corán como una supuesta adición a la Palabra de Dios, claramente desobedece el mandamiento de Dios.
Finalmente, el Islam enseña que el paraíso se obtiene a través de buenas obras y la obediencia al Corán. La Biblia, en contraste, revela que el hombre no puede lograr la medida para llegar a un Dios Santo. Solo por Su misericordia y amor, los pecadores pueden ser salvados a través de la fe en Cristo (Efesios 2:8-9).
La Verdad
Por lo tanto, el Islam y el Cristianismo no pueden ser ambos la verdad. Uno es la Palabra de Dios y el otro no lo es. La verdad tiene consecuencias eternas.
“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” (1 Juan 4:1-4).
El Corán
El libro sagrado del Islam es
el Corán; en él se expresa su credo y se incluye su ley. Su esencia y
apariencia improfanables y trascendentales residen, para la fe musulmana, en
contener la palabra de Alá revelada a su enviado o mensajero (rasul)
Mahoma, quien la iba transmitiendo ("en lengua árabe clara", como
dice el mismo Corán. lo cual no es cierto. según estudiosos de esa Cultura)a
las personas de su alrededor como mensaje de salvación. Tales revelaciones
tuvieron lugar de forma espaciada desde el año 610 de la era cristiana hasta el
632, en que murió. El nombre castellano procede directamente del árabe al-quran,
palabra que significa "recitación" o, por extensión, "texto
sagrado que se recita". Es un término emparentado con el siríaco, lengua
en la que, todavía hoy, se designan las lecturas litúrgicas del rito maronita
con la palabra qeryono. También se le conoce como Alkitab (El Libro),
Furquan ("liberación", "salvación"), Kitab-ul-lah
(Libro de Dios) y Al-tanzil (La Revelación).
Mahoma predicaba los textos
que recibía por revelación, recitándolos y haciéndolos recitar a sus fieles,
que los retenían de memoria y a veces los copiaban por escrito. Para ello se
usaron soportes de toda clase: hojas de palma, fragmentos de hueso, pieles de
animales, omóplatos de camellos, o cualquier otro objeto similar para
escribirlas. Pertenecientes a una cultura de tradición oral, no sería difícil
para los fieles de la nueva religión memorizar textos breves, bien rimados y
rítmicos; sin duda quedarían grabados en la memoria con facilidad.
A la muerte de Mahoma, los
musulmanes empezaron a reunir en manuscritos el conjunto de los textos
coránicos existentes, suscitándose divergencias que fueron paliadas por la
iniciativa del califa Utmán (644-656) de proceder a una redacción oficial,
constituida como vulgata, con un texto consonántico característico que,
sin embargo, no eliminó la posibilidad de que se produjesen diferentes
"lecturas" (qiraat), cuyas variantes (no trascendentales) son
compatibles con el texto consonántico de Utmán, y se concretan en ciertas
divergencias de puntuación y vocalización. El texto consonántico de Utmán fue
refundido en tiempos del califa omeya Abd al-Malik (685-705), y precisado con
vocales y signos gráficos auxiliares, posiblemente durante el siglo VIII, pues
Malik, el famoso alfaquí de Medina (muerto en el 795), sólo admitía tales
signos en los ejemplares utilizados para la enseñanza.
El texto del Corán se distribuye en 114 capítulos o azoras (suras),
que, a su vez, están formados por versículos o aleyas (al-aya). Cada
azora tiene un título, más o menos alusivo; la primera es la Fatiha o
"apertura", breve oración, frecuentemente recitada, con tan sólo
siete aleyas: "¡En el nombre de Dios, el compasivo, el misericordioso!
Alabado sea Dios, señor del universo, el compasivo, el misericordioso, amo del
día del juicio. Te adoramos, te pedimos ayuda. Condúcenos por la vía recta, la
vía de aquellos a quienes das tu gracia, no la de quienes incurren en tu enfado
ni la de quienes yerran". A esta azora inicial siguen las 113 restantes,
dispuestas de mayor a menor longitud: así, la segunda azora (titulada "La
vaca") tiene 286 aleyas, algunas extensas, y la última azora ("Los
hombres") tiene sólo seis breves aleyas.
La primera azora del Corán
El título que encabeza cada
una de las azoras está tomado o bien de uno de los temas tratados en ella o
bien de una palabra u oración que en ella figure. A continuación se indica el
lugar en que fue revelada, el número de aleyas o versículos de que consta y,
finalmente, el basmalá ("En el nombre de Dios, Clemente y
Misericordioso"), fórmula de invocación que inicia todas las azoras,
excepto la nueve. Al principio de algunas azoras aparecen unas letra llamadas fawatih
("iniciales") o al-huruf al-muqatta ("letras
cortadas"), de las que no se conoce su significado exacto; algunos
investigadores, como Loth, consideran que son abreviaturas de apelativos
divinos, mientras que otros, como Nöldeke, Hirschfeld y Buhlcreen, creen que se
trata de la letra inicial o final del nombre de aquellos compañeros del profeta
que todavía en vida de éste constituyeron sus propios corpus, lo que parece
poco probable. Otros, como Zaki Mubarak, opinan que puede tratarse de
notaciones musicales. Estas letras también se han interpretado desde
perspectivas que intentan justificar y probar el carácter milagroso del Corán,
como es el caso del erudito musulmán Baydawi.
Al estar colocados los 114
capítulos del Corán según la longitud de los mismos, el libro no sigue en sus
materiales un orden temático, de modo que las referencias sobre una misma
cuestión o aspecto se encuentran muchas veces dispersas entre varias azoras y
aleyas, y ha de recurrirse a todas ellas para calibrar el conjunto de la
doctrina coránica al respecto. Los textos del Corán tampoco están ordenados
cronológicamente, siguiendo el curso temporal de la vida del Profeta en que se
fueron sucediendo las revelaciones, con sus sucesivas estancias en La Meca y
Medina. Desde muy pronto se realizaron propuestas de clasificación cronológica
de las diversas azoras, sobre todo por el interés de distinguir los textos
antiguos de los posteriores, ya que a veces hay desacuerdos entre unos y otros,
y el contenido de un pasaje antiguo puede ser cambiado en otro revelado
después. Ello dio lugar al procedimiento técnico de fijar los textos abrogados
por otros ulteriores abrogantes.
Las azoras o capítulos suelen
agruparse en cinco periodos. En el primer periodo mequí, que abarca cuarenta
azoras, hay una presencia clara de la rima y del ritmo. En este periodo la
presencia de Dios hace desaparecer al hombre. Dios no pretende dar un código de
actuación sino restaurar un culto. Se insta a admirar la cosas creadas como
signos del poder de Dios y se recuerdan los castigos que recibieron otros
pueblos del pasado que no escucharon a sus profetas. El día del Juicio aparece
como último argumento. En el segundo periodo, con 21 azoras, se empieza a jurar
por el Corán en lugar de hacerlo por el sol, la luna, el cielo y otros entes
naturales, y se desarrolla la historia de los antiguos profetas hebreos. A
partir de este segundo periodo, también mequí, empiezan a encontrarse
influencias judías que entraron por vía directa. En el tercer periodo, con 21
azoras, la argumentación se dirige a la generación que pide milagros para
creer, sin saber ver que éstos se encuentran por todas partes.
Los textos
revelados en el cuarto periodo, considerado ya del periodo mediní, con 24
azoras, difieren en gran medida de los textos del periodo mequí. Mahoma es aquí
un hombre de estado que se dirige a un grupo de creyentes. Su función es ahora
enseñar y no convencer. El estilo pierde en ligereza y se vuelve difuso a lo
largo de versículos muy largos. Por último, las azoras 2, 4, y 5 tratan
fundamentalmente de la organización de la nueva sociedad y buena parte de su
historia. Es una parte con una clara influencia hebrea.
Tanto en su contenido cuanto
en su forma, el Corán, en tanto que palabra divina, es considerado perfecto. Su
texto es también apreciado estéticamente, hecho que se manifiesta en el arte de
su recitación, con sus diversas y melódicas interpretaciones, que pueden
arrebatar al auditorio, y con el arte de su caligrafía, también estimable. Como
pieza literaria sublime llegó a constituirse entre los musulmanes el dogma de su
inimitabilidad. Para los fieles, el estilo del Corán es milagrosamente bello e
imposible de imitar: cualquier traducción del Corán a otra lengua no puede sino
desfigurar el texto. Tras largos debates, la mayoría de los teólogos musulmanes
terminaron aceptando que las traducciones eran legítimas en la medida en que
permitían acercarse a las "ideas" del Corán. Salvo en casos muy
especiales, la ley prohíbe el empleo litúrgico de un Corán traducido. El Corán
se encuentra así rodeado, en su fondo y en su forma, de un halo de respeto,
fervor y esmero extraordinarios, presente siempre en la vida entera del
musulmán, que procura preservarlo, centrando en él sus ideales y vivencias, y
recurriendo a su lectura tanto de forma cotidiana como en ocasiones solemnes. El
Corán aglutina y marca de forma primordial la civilización islámica, como gran
eje de la misma.
El credo islámico
El Corán define las creencias
del Islam y expresa su marco normativo esencial, siendo base principal de la
regulación de la vida del creyente. La fe islámica se centra en creer en Alá,
único dios, "sin asociado", todopoderoso, sabio, misericordioso,
creador, remunerador en la otra vida y en el juicio final con la resurrección
de los muertos. Estas creencias son las que principalmente se contienen y
detallan en las azoras de La Meca, mientras que en las del período de Medina
los contenidos suelen ser más normativos, dirigidos a la comunidad que allí
regía el Profeta.
El Corán recuerda al ser
humano su pequeñez frente a las maravillas de la naturaleza, obra de Dios, cuya
grandeza y magnanimidad debe ser reconocida y adorada. El mensaje, en esencia,
es que hay un solo Dios, creador de todas las cosas, que es el único al que hay
que servir practicando un culto y observando una conducta correcta. Dios,
siempre misericordioso, se ha dirigido a la humanidad para que le venere a
través de múltiples profetas, a los que ha enviado para predicar su mensaje y
que han sido rechazados de forma reiterada. El Corán confirma en varios pasajes
la existencia de ángeles, demonios y genios (chinn). Junto a ello, el
Corán recoge todo un conjunto de preceptos y recomendaciones éticas y morales,
advertencias sobre la llegada del último día y del juicio final, historias
sobre profetas anteriores a Mahoma y sobre los pueblos a los que fueron
enviados, y preceptos relativos a la religión y a otras materias sociales, como
el matrimonio, el divorcio o la herencia.
Los temas generales del Corán
y muchas de las historias ilustrativas comparten elementos y contenidos con las
escrituras cristianas (como la leyenda de los siete durmientes) y judías,
aunque a menudo se desarrollan de forma diferente. Son numerosos los detalles
de las historias sobre los primeros profetas que se asemejan más a las
versiones que se encuentran en los apócrifos judíos y cristianos que a las
versiones encontradas en la Biblia. El mismo Corán afirma que ha venido a
confirmar la aportación de las Sagradas Escrituras anteriores y menciona la
Torá, los Salmos y el Evangelio, además de aludir también a unas "Hojas de
Abraham". El monoteísmo coránico está en la misma tradición que el del
judaísmo, y son muy numerosas las imágenes y expresiones que pueden encontrarse
en el Corán y en la tradición bíblica. De hecho, los contemporáneos del Islam
primitivo consideraban a éste como una secta más de las derivadas del tronco
bíblico.
En general, el Corán se sitúa
en el marco de la vida de los beduinos, pero también de los comerciantes, los
navegantes y los pescadores, y no faltan, a pesar de la sobriedad y el estilo sucinto
del Corán, alusiones a las caravanas de invierno y verano que los caravaneros
de La Meca conducían a Adén o a Siria. La atmósfera propiamente árabe se puede
identificar en cuestiones como la existencia de seres misteriosos llamados
genios o la exaltación de la generosidad, de la bravura y de la solidaridad
familiar. Son también características propias de los árabes la alta estima que
profesan a la elocuencia y al estilo árabe. Ritos como el de la peregrinación a
La Meca y las siete vueltas alrededor de la Kaaba dejan traslucir, igualmente,
el aspecto propiamente árabe, dado el singular interés que las piedras y el
número siete tienen en los cultos semitas.
Las prohibiciones relativas a
territorios sagrados y a los animales que en ellos viven son también aspectos
semitas que el Corán ha preservado, purificando los elementos incompatibles con
el monoteísmo. Proceden también de la tradición árabe los meses sagrados,
durante los cuales no estaban permitidas las hostilidades, así como los
fragmentos más antiguos del Corán en los que aparecen pasajes de frases cortas
terminadas siempre en la misma sílaba, seguramente una especie de oráculos al
estilo árabe, que provocaron que los oponentes de Mahoma le acusaran de mago o
adivino.
Excepto para el caso de la guerra
santa, el Corán deja a los hombres en el marco de su vida cotidiana,
exigiéndoles sólo que obren bien se encuentren donde se encuentren, que no
cometan excesos, que utilicen mesuradamente los bienes que Dios les concede, y
que sean capaces de desprenderse de su egoísmo para ayudar a los pobres o a la
comunidad. Para los musulmanes el Corán, en tanto que palabra de Dios tal como
fue revelada al profeta Mahoma para que sirviera de guía a todos los humanos,
es la fuente fundamental de toda norma jurídica. Las normas jurídicas
contenidas en el Corán son unas doscientas y están expuestas en diversas
aleyas. Pese al corto número de normas, la labor de exégesis e inducción
metodológica de las cuatro escuelas teológico-jurídicas (hanefí, malikí, chafeí
y hambalí) darían lugar durante los siglos VII y VIII al sistema jurídico
islámico. Una de las características del Corán que tiene su reflejo en toda la
normativa del sistema jurídico islámico es la unicidad entre religión, moral y
derecho. Los preceptos religiosos y morales e incluso determinados usos
sociales forman una misma norma con el mismo efecto vinculante. Se hace
difícil, pues, separar unas de otras.
Exégesis del Corán
El Corán se acepta entre la
mayoría de los musulmanes como la palabra literal de su dios, y por eso es el
centro en torno al que gravita el mundo islámico; su valor es comparable al que
los judíos conceden a la Torá o al que la figura de Jesús tiene para los
cristianos. Entre las obligaciones religiosas de todo buen musulmán se incluye,
junto a la oración diaria obligatoria, el recitar pasajes completos del Corán;
asimismo, la educación seglar exige el aprenderlo de memoria. Los musulmanes
consideran el texto del Corán como una de las fuentes principales de la cultura
islámica, junto al Hadiz (tradición que recoge el comportamiento y prácticas
del Profeta) y, para los chiítas, las enseñanzas de los imanes.
Hay en el Corán pasajes de
compleja y divergente interpretación, lo cual se advierte incluso en la azora
III, aleya 7: "Él [Alá] es Quien ha revelado la Escritura. Algunas de sus
aleyas son unívocas y constituyen la Escritura Matriz; otras son equívocas. Los
de corazón extraviado siguen las equívocas, por espíritu de discordia y por
ganas de dar su propia interpretación. Pero nadie sino Dios conoce su
interpretación". La importancia de la fijación y del correcto
entendimiento del texto coránico constituyó la "ciencia del Corán"
como materia clave de la cultura islámica, desarrollándose, entre otros
aspectos, la disciplina de su interpretación, desde las bases gramaticales y
léxicas hasta las dogmáticas y jurídicas. Son numerosos los comentarios del
Corán, producidos desde todas las tendencias ortodoxas o sunníes (con sus
diversas escuelas), chiíes y jariyíes; las exégesis sufíes toman proyecciones
alegóricas. Estas obras de comentario e interpretación (tafsir) pueden
ser reducidas o abarcar muchos volúmenes, como la de al-Tabari, que comprende
treinta tomos.
Aunque algunos creyentes
consideren que el Corán resume todo el Islam y que éste no puede encontrarse
fuera de este texto sagrado, lo cierto es que la compleja realidad del mundo
islámico se extiende más allá de sus páginas. Tampoco es posible afirmar, sin
falsear la realidad, que el Corán represente el verdadero Islam sin tener en
consideración las numerosas ampliaciones y glosas hechas al margen, juzgadas
como corruptas por los más ortodoxos, y que se encuentran contenidas entre las
enseñanzas musulmanas tradicionales. No es posible entender el Corán sin tener
en cuenta la tradición exegética y de interpretación que se ha desarrollado en
torno a él. Esta tradición resuelve y ayuda a comprender las complejas
ambigüedades del Corán. Es esta tradición, incluso, la que da cuerpo a la
creencia de que el Corán contiene una serie de revelaciones hechas a Mahoma.
La interpretación del Corán (tafsir),
campo de investigación dentro del Islam que perdura todavía hoy desde sus
inicios ya en la época del establecimiento del texto, en época de Utmán, ha
dado a luz numerosos libros y tratados. Los distintos enfoques que se han
producido en el intento por desentrañar el verdadero sentido del texto dieron
lugar a tratados exegéticos de distinta naturaleza y perspectiva. Así,
al-Tabari (muerto en 923) se basó en la tradición; al-Baydawí (muerto hacia
1291) y Nasafí (muerto en 1310) desarrollaron una exégesis lingüística; al-Razi
(muerto en 1209) elaboró racionalmente los elementos anteriores. El
hispanoárabe Abu Hayyan (muerto en 1345) también redactó un monumental tratado
exegético sobre el Corán. Al-Talabí (muerto en 1038) analiza por orden en su
obra sobre profetas todos los versículos del Corán que se refieren al tema.
El trabajo de al-Tabari
analiza el Corán verso a verso y ofrece las diferentes opiniones que estudiosos
de la época daban sobre la vocalización, la gramática, la lexicografía, la
interpretación ética y moral, así como las relaciones del texto sagrado con la
vida de Mahoma. Los diferentes puntos de vista están recogidos sin ningún tipo
de comentario, aunque es frecuente que al-Tabari indique cuál de ellos goza de
su predilección. Este exhaustivo procedimiento de al-Tabari ha sido seguido por
numerosos comentarios posteriores, aunque otros han preferido seguir criterios
de simplicidad y brevedad, escogiendo para comentarlos sólo algunos versos, o eligiendo
un único tema para su estudio, como puede ser el vocabulario del Corán, tema de
una considerable complejidad y dificultad debido a sus implicaciones de
carácter teológico, además de la dificultad que le es propiamente intrínseca.
En general, el texto sagrado del islam se considera en relación con el contexto
de la vida del Profeta, y se le concede, a partir de esta premisa, un alcance
universal y atemporal.
Los pasajes relacionados con
la vida de Mahoma se entiende que fueron revelados en conexión con incidentes
específicos de su vida o para resolver problemas concretos a los que se
enfrentaba. Algunos investigadores fuera del ámbito musulmán han señalado el
procedimiento de tipo midrásico conforme al cual determinados aspectos de la
vida de Mahoma se han creado a partir de algunos pasajes del texto sagrado.
Según esta corriente interpretativa, este procedimiento guarda bastante
semejanza con el modo en que la tradición judía fabricó las historias del
Midrás a partir de personajes bíblicos, mientras se componía el texto bíblico.
De ser así, el explicar el Corán mediante referencias a la biografía del
Profeta sería un modo de razonamiento circular, considerado en términos
científicos como una seria amenaza a la validez del argumento.
Las interpretaciones del Corán
reflejan con frecuencia las divergencias y distintas tendencias que se dan en
el seno de la comunidad musulmana. Es especialmente llamativa la diferencia
entre la interpretación chiíta de algunos versos en concreto y la
interpretación sunnita, pues los chiítas encuentran en los versos coránicos
referencias al estatuto especial de Alí ibn Abu Talib y los imanes, mientras
que los sunnitas no encuentran tales referencias. Según los chiíes, el califa
Utmán suprimió del Corán los fragmentos que hacían referencia a Alí y a sus
derechos a suceder a Mahoma en sus tareas políticas y religiosas, acusación que
no parece fundamentada.
La naturaleza de palabra de
Dios increada y eterna que se atribuye al Corán, frente a la consideración del
mismo como algo creado en el tiempo, fue uno de los más encendidos temas de
discusión en los orígenes del islam. Esta discusión incluía cuestiones de
teología con graves y serias consecuencias en el campo político referentes a la
autoridad relativa de los califas y los estudiosos de la religión (ulemas).
Aunque ha prevalecido la consideración del Corán como algo no creado, los
chiítas se han opuesto a ella. Estas divergencias han llevado a que tanto
reformistas como fundamentalistas interpreten el texto de manera partidista, de
modo que éste se amolde adecuadamente a sus (en muchas ocasiones)
contradictorios puntos de vista. Dentro de las corrientes interpretativas no
faltan quienes llegan a afirmar que el Corán se ajusta a muchas de las ideas
que defiende la ciencia moderna, e incluso a asegurar que en realidad las
predice. La misma naturaleza oscura del texto coránico propicia, sin duda, la
aparición de este tipo de interpretaciones tan distintas, divergentes y, a
menudo, contradictorias. Dios nos de sabiduría para ganarlos y confrontarlos
con la única y verdadera Palabra de Dios. La Biblia